Abrázame, que ha hecho mal tiempo para soñar nuestro amor. Y sin embargo, quiero que sepas, que yo también me duermo reviviendo todos los instantes que te nombran, que nos unen... aquellos besos impacientes, como presos en una cárcel distante, en la distancia, las promesas cercanas y lejanas, las extrañas maniobras del destino que nos hicieron coincidir en el tiempo, los ideales que comparten nuestro espacio, el encuentro que hizo posible nuestra historia, el destino que nos vislumbra caminando juntos.
Me duermo con todo ello, y no suelto nunca tu mano. Me duermo con todo ello, y retengo fuerte tu mano [no quiero que te vayas].
Muchas veces conocemos a alguna persona que nos hace sentir nuevas ilusiones, y no pensamos en ningún momento en qué sucederá en el futuro, simplemente nos entregamos a ese amor. Le llamamos amor cibernético, y nos enamoramos de tal manera que entregamos cada uno de nuestros sentimientos, nos enfrascarnos en charlas cotidianas, otras tantas nos deleitándonos leyendo esas lineas repletas de amor y sentimientos... y no nos importa que en su momento no sintamos la calidez de los abrazos, pues la suavidad de ese beso imaginario que entregamos, la ternura con que amamos, y nuestras charlas van mas allá de un computador. Tomamos el teléfono y acercamos las distancias, al escuchar esa voz amada nos inundamos de ternura, de amor, de bendición por tener a quien amar y saber que somos amados. También hay ocasiones en las que hacemos realidad nuestros sueños y corremos a encontrarnos con ese ser que conocimos por Internet y vemos cristalizados nuestros sueños.